Hay comparaciones
en las que el que sale perdiendo es el que las propone. Los Beatles o los
Stones. Pelé o Maradona. Macca o Lennon. Senna o Prost. García Márquez o Vargas
Llosa. Maradona, otra vez, o Messi. Casi nunca valen la pena salvo para matar
el tiempo, vaciar cervezas o generar rivalidades tan necesarias como dos
camisetas distintas en un campo de juego.
Pero algo me queda claro: Messi nunca será Maradona.
Pero algo me queda claro: Messi nunca será Maradona.