Tengo el defecto de
justificarme, aunque no siempre lo haga sostenido de la verdad. He abandonado
este blog sin remordimientos porque, inevitablemente, ha caído en el manierismo
del típico diario adolescente. Es decir, porque se ha convertido en la bitácora
de sentimientos, reflexión y frustraciones. Perdonen.
En tiempos en que el
“estado actual” o lo que estás pensando y el “¿qué pasa?” dominan los Facebook,
Twitter y otras calamidades de la gente, los periodistas, políticos y
pensadores de la nada, mal hacen (hacemos) los bloggers de llenar páginas y páginas
de pajas mentales que nada valen. Perdonen
la franqueza.
He dejado el periodismo (o
el periodismo me ha dejado a mí, al menos hasta retomar un camino más sincero
de este quehacer) y he dejado de publicar (mas no de escribir, que es como
respirar) hasta encontrar algo que verdaderamente valga la pena compartir (y no
repostear, retwittear o sugerir otras web, que de eso ya hay bastante).
Mientras tanto este blog
sin blogger, esta bitácora de un inmóvil, este diario sin calendario, seguirá durmiendo
el sueño de los justos hasta que la justicia, si es que hay, y el tiempo hagan
lo suyo. Perdonen la pereza.