La película “Rudo y Cursi”, interpretada por un matrimonio basado en la amistad (Gael García Bernal y Diego Luna) es una parodia a estas encantadoras situaciones (éxito en el fútbol, éxito económico, éxito con las mujeres) que terminan en un catastrófico baño de realidad tan cruel como divertido.
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Existen mujeres que odian el fútbol. Hay unas pocas que lo aman pero sin la pasión que palpita en el común de los hombres. Hay otras a las que les es tan indiferente que apenas han visto a los astros del momento en comerciales de máquinas de afeitar y otros enseres domésticos. Y hay mujeres que aman, adoran, a los futbolistas.
No al fútbol sino a los futbolistas, que quede bien en claro. Los aman, adoran, pero nunca (jamás de los jamases) idolatran. Porque lo que estas distinguidas damas persiguen es el bolsillo, billetera, tarjeta de crédito, cuenta bancaria, testamento, cual férreos defensores que no le quitan la vista al balón.
Top model, miss mundo, actriz, cantante o simple y entera belleza, estas chicas saben lo que quieren; aunque muchas veces la mirada de deseo tenga sentido inverso. Porque es bien sabido que más que el auto de lujo y la ropa de marca, el mejor adorno de todo pelotero es su compañía femenina.
“El futbolista y la modelo” podría titularse la fábula moderna de esta sociedad de machos de pantalones cortos y piernas torneadas; y de ladies de bragas aún más cortas y piernas largas, larguísimas, que han sido atadas por ese arquero alado, sin guantes ni el número “1” en la espalda, que se hace llamar Cupido.
Acaso el emblema de estos pares sea el de Sir David Beckham y la Reina Victoria (¿alguien recuerda su apellido a estas alturas?). Pero no es la única glamorosa ya que, como bien indica el blog Fashion Total, la lista es larga como limosina.
El matrimonio Shevchenko-Pazik une a un goleador de grandes ligas con una esbelta figura de las pasarelas. La pareja Buffon-Seredova está conformada por un golero mundialista y una modelo de talla, y medidas, mundiales. Y así sigue la interminable lista de conquistas que encandilan a ambos sexos (y a ese también).
Pero, ¿cuánto es amor y cuánto conveniencia en estos dúos? ¿Acaso son tan encantadores los futbolistas cuando escupen al césped y dan declaraciones monosilábicas? ¿Es el factor físico el condicionante y el pegamento inquebrantable de estas relaciones amorosas? ¿Puede ser verdad tanta belleza?
No harían mal las jóvenes promesas del rey de los deportes en ver esta película y tomar nota, no vaya a ser que la ficción los sorprenda en su camino ascendente por la fama; que ya la realidad hace un par de años le dio un golpe al francés Thierry Henry cuando se divorció de su modelo-esposa.
Por la misma situación han pasado el astro de astros Diego Armando Maradona, los brasileños Ronaldo y Romario; el alemán Oliver Kahn y el italiano Francesco Totti (y si creían que no había website dedicado a ellos se equivocan: Ver “Balones y tacones”), quienes ya saben lo que es perder algo más que un gol cantado.
Seguramente si la profesión de abogado fuera más mediática habría una lista de los leguleyos enriquecidos a causa de estas separaciones. Me pregunto si así es como habrán iniciado todos esos elegantísimos bufetes de abogados de estatuas de mármol en las salas de espera, sillones de cuero y mesas de caoba.
Lo único que falta es que, en la vida real, el papel del “Cursi” (aquel romántico goleador de liga mexicana, cuyo sueño no era el fútbol sino “la cantada”) lo jueguen estos profesionales de saco, maletín y corbata. Seguro que igual les dedicarán algún website.
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