14 de noviembre de 2009

Vilamanías


Hay que estar realmente loco, o maniaco, o desesperado, o lúcido en lo ilusorio, o iluso en lo alucinado, para escribir muchos de los libros que Enrique Vila-Matas ha escrito. Excluyo de esta relación la palabra genio porque la novela breve que acabo de leer es “Extraña forma de vida” (Anagrama, 1997).

Lo que quiero decir es que por muchas de sus obras Vila-Matas puede ser llevado al parnaso literario más selecto de la historia, por otras tantas puede convertirse en un narrador de culto o en un filósofo de bolsillo de los tiempos modernos (aunque lo más probable es que el grueso de su literatura lo declare como un escritor extravagante).

Leer más...

Pero lo que en realidad quiero decir es que “Extraña forma de vida” es un libro raro, alejado de sus experimentos creativos (“La asesina ilustrada”), sus juegos metaliterarios (“Bartleby y compañía”) y sus reflexiones de reflexiones de reflexiones (“París no se acaba nunca” o la misma “El mal de Montano” que tiene de todo un poco).




Y, claro, no es su mejor libro. Tampoco el más arriesgado. Ni el peor de todos. Acaso una inclasificable historia que penetra en su mundo (vilamatiano, pseudo-kafkiano) y que, cronológicamente, antecede a la galardonada “El viaje vertical” (Anagrama, 2000) y de su trilogía que no necesita presentación.

“Extraña…” es una novela extraña, obsesiva, plagiaria hasta cierto punto de vista; desarraigada, digresiva y hasta cierto punto digamos que inconsecuente con la palabra novela. La historia tiene uno de sus ejes principales en una conferencia que prepara el narrador. A partir de ahí, el argumento se dispara y se suicida.

Y sin animarme a contar la historia en sí misma, solo diré que entre sus páginas pueden convivir personajes como: un niño ensimismado, un espía venido a menos, una mujer distante y un narrador que en todo lo que contempla encuentra un abismo meditativo que lo lleva a un recuerdo y de este a su reacción ilógica.

¿Qué más? Que se trata de un libro maniático, que tal vez complazca a quienes se dejan llevar por las manías de un escritor que convierte una historia de espías y romances en un ensayo ficticio, melancólico y, en más de una ocasión, divertido. Algo que solo Vila-Matas logra con tanta facilidad, aunque recurra a una estrategia consabida.

Definitivamente, no es un libro para iniciados en el devenir irracional de su autor. Puede que sus cultores, que los hay bajo las piedras y en congresos de literatura, decidan ignorar la bisutería para releer una y otra vez sus grandes joyas, pero “Extraña forma de vida” es un libro que se tiene que leer y, sobre todo, intentar entender.

No es fácil, pero es un libro de tránsito hacia las consagraciones de un autor complejo aunque delicioso, que parece esforzarse en cada libro por asombrarse así mismo (tal vez lo logra) y por sorprender a sus lectores (y aquí no hay tal vez que valga). El saldo: una novela que solo él puede escribir y que muy pocos puedan soportar.

Una última pregunta: ¿Son tan raros los escritores? Yo creo que sí, no hay manía más extraña que la de escritor, salvo la de vivir como muchos de ellos, pensar como los más obsesivos que ha parido la humanidad y derrochar páginas y páginas (y horas y horas; y noches tras noches) hasta encontrar la forma perfecta de vida: la escritura.

2 comentarios:

V-M dijo...

No estoy loco, pero sí ando por muchos sitios y llevo una extraña forma de vida. Ánimo. Te mando un fuerte abrazo.
V-M

Javier García Wong Kit dijo...

Gracias por tus palabras V-M, otro abrazo para ti.

Javier