4 de marzo de 2009

¿De quién es el portaligas?


Normalmente no escribo de cine, que lo hagan los que creen saber mucho. Pero esta película me hizo preguntarme por qué hasta ahora no llega al Perú, si alguna vez llegará y si habrá alguien que entienda que más que un proyecto cinematográfico, una puesta en escena o una pieza de arte y todos esos términos rebuscados, esta es una historia entretenida.

Una historia de amigos, con amigos y para los amigos. Porque esta segunda película de Fito Páez parece hecha como en algunos lados todavía se hace: con la gente que quieres. Se nota esa calidez en los personajes, como si cada uno llevara un poco del humor cotidiano de la filmación a esta disparatada comedia.

Dejando de lado la asesoría del serísimo Alan Pauls (a quien mejor le queda el traje de cura en este filme) para el guión, Fito Páez halla en su sabiduría personal una excusa para hacer de un chiste una buena broma en celuloide. Es grande la trama y son pequeñas las dosis de ironía, parodia y chiste simple. Justo las necesarias. O tal vez menos.

Con un staff dominantemente femenino (a lo Almodóvar) y un humor sencillo y efectivo (a lo hermanos Coen), Páez arranca sonrisas y una que otra risa cuando pensamos que ya se está poniendo demasiado trágico. Pero su historia pide todos estos excesos, aunque hacia el final se pase de revoluciones.

Tres mujeres envueltas en líos de amor, traición, locura y otros varios laberintos humanos que pasan del llanto a la sonrisa, del drama a la insania, de lo cotidiano a lo aberrante. Fito exagera pero, como con su música, puede gustarnos mucho que lo haga, que se deje llevar por la rumba del piano y la emoción.

Hay esa dosis de caminos narrativos yuxtapuestos, esos colores y ese ángulo de filmación que busca transmitir sensaciones. Ese manejo del ritmo de la historia que nos hace pensar en un cineasta curtido. Esa voz personal, esos diálogos justos y esa manera tan auténtica de ser caótico y delicado. Pop y rock & roll, dirían algunos.
Fuente: rockar.com.ar
Sus Chicas Páez responden muy bien (Romina Richi, Julieta Cardinali, Leonora Balcarce), sexies, fuertes, alocadas; y sus amistades también (Fabiana Cantilo como siquiatra, Darío Grandinetti como caficho, Roberto Fontanarrosa como jefe de la policía aunque de muy breve aparición) en una ciudad de Rosario que es una mezcla de sus recuerdos de infancia y del presente postmoderno.

Pero la música (la seleccionada por Gonzalo Aloras, la de varios autores de versionan canciones de Fito y la interpretada por él mismo) se roba algo más que una escena. Páez, sin duda, está hecho para la música, pero qué bien que nos viene reírnos con él un poco. Como si fuéramos uno de sus invitados a la reunión.

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