13 de octubre de 2009

Tarantino y Pitt: la gloria compartida


¿Qué resultado puede producir la combinación de un director que va de camino a convertirse en un cineasta de culto, si no ha llegado ya, y un galán de Hollywood que empieza a protagonizar personajes de un verdadero actor multifacético? La respuesta es una sola: gloria taquillera.

Quien no ha ido al cine a ver “Bastardos sin gloria” por los fuegos artificiales de los filmes ultraviolentos de Quentin Tarantino, venido a menos con “Kill Bill” pero entronado con sus clásicos “Pulp fiction” y “Reservoir dogs”, lo ha hecho movido por las actuaciones cada vez más camaleónicas del exitoso Brad Pitt.

Lo cierto es que esta película tiene ingredientes de taquillazo (actor guapo, director venerado, película de nazis y guión de acción), pero ¿alcanza para convertirla en el mejor film del excéntrico Tarantino? ¿Para ser la mejor interpretación de Pitt, quien antes se lució como Jesse James o como el delirante Tyler Durden en “Fight club”?

En el primer caso, es difícil de creerlo, en especial porque quienes han podido seguir los filmes de un devoto de los spaghetti western, un fanático de los samuráis de las películas de kung fu, un seguidor de las cintas de serie B y un esteta de la violencia explícita, pueden coincidir en algo: Tarantino está en una búsqueda.




Y esa búsqueda no acaba con “Inglorious bastards”, ni se consagrará con la tercera y cuarta parte de la manida saga de “Kill Bill”, aunque haya rozado la gloria en las primeras películas que cada vez se hacen extrañar más. Pero en el tránsito le ha permitido hacer una parada en interesantes experimentos como “Sin City” y “Death Proof”.

El caso de Brad Pitt es diferente. Su apuesta por roles que lo saquen de la casilla de niño bonito lo han llevado a trabajar con los hermanos Coen, David Fincher y Alejandro González Iñárritu, quedándose con disímiles resultados, pero con un respeto por su trabajo que espera la consagración total.

“Inglorious bastards” tiene un inicio tan sobrio y formidable que nos despierta una duda: O Tarantino ha mejorado muchísimo, o no es él quien está detrás de esto. Las primeras escenas tienen una tensión que son capaces de crisparte los nervios, sin necesidad de ríos de sangre de por medio.

Luego la película resbala por una pendiente que la hace aún mejor. El drama, la historia, los silencios, las actuaciones y la reconstrucción de una época brillan con una intensidad tal que ninguna opaca a la otra, a pesar de contar con Brad Pitt en pantalla, quien tal vez sí se lleve menos palmas que el villano de Christoph Waltz.



El coronel Hans Landa, implacable y calculador hasta que estalla en su locura; y la reservada Shosanna Dreyfus, interpretada por Mélanie Laurent, a quien Tarantino debe cuidar antes que otros directores le roben a quien podría ser su próxima Uma Thurman, son sus mejores novedades.

Pero poco a poco, Tarantino empieza a repetirse, empezando por la música, por la mujer en busca de venganza y los créditos de cómic, hasta revolverse en las matanzas sanguinarias que en su momento lo hicieron célebre, pero que a estas alturas lo hacen exageradamente predecible, en especial en un film de guerra.

Luego se vuelve demasiado Tarantino. Sus hasta entonces divertidos parlamentos se vuelven cómicos, los giros del argumento hacen que la historia pierda el rumbo con un desenlace históricamente plausible pero que nos deja invadidos por el desconcierto. ¿Quién puede creer un final así?

Sin duda, los tinos del director (y de su equipo) bastan para volverla una película interesante, sobre todo en el ámbito hollywoodense, pero no para consagraciones (Pitt tendrá que seguir buscando papeles que le impongan retos mayores). En esta ocasión, compartir la gloria los deja a los dos sin un lugar en el podio.

4 comentarios:

@rueaval dijo...

Si bien "Bastardos sin gloria" no es la obra maestra de Tarantino, creo que provoca algunos buenos chispazos de adrenalina en el que la ve. Como el Capítulo 1 que a mi criterio fue el más impactante, sobre todo por la actuación de Christoph Waltz como el “cazador de judíos”; tan natural, tan inefable, tan me quito el sombrero... No tengo palabras para describir la riqueza del diálogo en esa escena ni el drama de esos minutos.
Por lo demás, me basta con haber visto la película de nazis con el final que siempre he querido, razón suficiente para continuar admirando el insano genio de Tarantino.

Asae Nunt dijo...

Lo único que valió de la película es la actuación de Christoph, nada más.

Tarantino se me cayó. Que ni se le ocurra a Chicho Durand,Frank PErez Garland, Josué Mendez o a Claudia Llosa hacer una película donde en la guerra del pacífico existe una banda de bastardos sin gloria que maten chilenos a diestra y siniestra y donde se vea a un Miguel Grau vivito y coleando, matando a todos los chilenos por pendexos y ganamos la guerra.
No por favor!!! me recuerda a la última peli de Indiana Jones, malaza por desubicada...

Javier García Wong Kit dijo...

Creo que Tarantino exagera con su guión, algo que en otras ocasiones se le ha admirado pero que ya es demasiado. Me gustó más "Death proof", ¿alguien la ha visto?

Saludos.

Raul Ortiz Mory dijo...

Buen artículo sin embargo, peca de titular amarillista. Es un buena pelñícula pero no creo que llegue al podio como usted refiere señor García. Un poco de mesura no estaría mal. Buen blog.